En la actualidad, vivimos en un mundo cada vez más conectado.  Las redes sociales, en particular, juegan un papel fundamental en la construcción de la identidad, donde la validación externa a través de “likes”, comentarios y seguidores marca la pauta de cómo nos vemos a nosotros mismos. Esta presión constante por cumplir con estándares de belleza promovidos por influenciadores, celebridades y algoritmos, ha incrementado el número de personas que recurren a la cirugía plástica como una vía para adaptarse a esos ideales. Sin embargo, lo que comienza como una búsqueda por mejorar la apariencia física, puede desencadenar una serie de trastornos emocionales y psicológicos que afectan profundamente el bienestar de quienes se someten a estos procedimientos.

La presión por mostrarse “ideal” en plataformas como Instagram y Snapchat está dando lugar a trastornos psicológicos como la ansiedad, la depresión y el trastorno dismórfico corporal (TDC), que afectan profundamente a quienes buscan intervenir su cuerpo.

Ansiedad y Depresión: La Presión por la Perfección

La ansiedad es un factor común entre los pacientes de cirugía plástica, tanto antes como después de la intervención. Las expectativas sobre el resultado, el miedo a los efectos secundarios y la comparación constante con ideales de belleza en redes sociales aumentan la preocupación. Muchos pacientes buscan cirugía para mejorar su bienestar emocional, pero lo que a menudo no se considera es que la insatisfacción con la apariencia física puede estar relacionada con problemas psicológicos más profundos, como la depresión. En estos casos, la cirugía, si no se aborda correctamente, puede no ser suficiente para resolver el malestar emocional subyacente.

Trastorno Dismórfico Corporal (TDC) y Selfitis: Nuevas Condiciones en la Era Digital

El trastorno dismórfico corporal (TDC) es un trastorno psicológico en el que una persona se obsesiona con un defecto físico que en realidad es mínimo o inexistente. Las redes sociales contribuyen a este trastorno al ofrecer una visión distorsionada de la “perfección”. Los pacientes con TDC pueden someterse a cirugías repetidas, en busca de una mejora que nunca satisface sus expectativas.

Además, el fenómeno de la selfitis, un comportamiento obsesivo de tomarse selfies (publicar 3 o mas en un día) para compartirlas en redes sociales, refleja la necesidad de validación externa. La constante búsqueda de aprobación a través de la imagen puede llevar a una insatisfacción crónica con el cuerpo real, y en algunos casos, a la cirugía plástica como respuesta.

Síndrome de Snapchat: La Distorsión de la Realidad Visual

El “síndrome de Snapchat” es un término que describe cómo el uso de filtros digitales crea una desconexión entre la imagen real y la modificada, impulsando la insatisfacción corporal. Los filtros pueden alimentar el deseo de parecerse a una versión digital idealizada de uno mismo, lo que aumenta la presión para someterse a procedimientos quirúrgicos para lograr esa imagen “perfecta”.

Un Enfoque Integral para el Bienestar del Paciente

La cirugía plástica en la era digital requiere una atención más allá de lo físico. Es importante como trabajadores de la salud el saber identificar el bienestar psicológico de los pacientes antes de considerar una cirugía plástica. La combinación de factores emocionales y sociales debe ser considerada para garantizar que los pacientes no solo se vean mejor, sino que también mejoren su salud mental. Los cirujanos deben trabajar en conjunto con psicólogos y psiquiatras para ofrecer un enfoque multidisciplinario que promueva la aceptación y el bienestar integral.

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